Cuando llegaba la mañana y era día de playa siempre amanecía nublado. Poco antes de las ocho, los más puntuales asomaban a sus puertas o ventas si es que disponían de ellas y esperaban con un ansia mal disimulada que fueran apareciendo aquellos que no contaban ni con puertas ni con ventanas. Bastaba que uno viera a otro y entonces en pocos minutos caían a la pista del barrio todos los convocados para partir a La Herradura que era la playa favorita de Pavel.
Pavel era el mayor de todos y por lejos. Entre él y el segundo lugar habían unos buenos seis años que representaban en ese microcosmos de la cuadra 3 al menos un par de generaciones y de vicios mas. Era él quien aparecía entre los últimos y entonces se confirmaba la salida pues convencía en pocas palabras a todos de que aquella neblina inoportuna desaparecería en menos de una hora. Si él lo decía, entonces debía ser cierto.
Y así, sin más, entre seis y siete pequeñas voluntades caminaban más de cinco cuadras hasta la parada de bus más cercana para subirse a un bus morado popularmente conocido como "El Cementerio" y llegar hasta uno de los barrios más tradicionales de la república. Un barrio que fue arrasado en una humillante derrota frente a un país vecino. En fin.
El asunto es que al llegar hasta allí, todavía quedaba mucho por caminar. Eran como diez cuadras más frente al mar, bordeando el acantilado pasando por el club más racista de su ciudad y por supuesto mirándolo de lejos nada más y luego ese restaurant desde el cual cada día un hombre disfrazado de fraile se ganaba la vida aventándose al mar desde unos cincuenta metros.
La Herradura entonces era una playa bastante amigable. Tenía arena natural, no regalada por una transnacional mafiosa, no recibía demasiada gente al mismo tiempo, se podía estar tranquilo.
Al caer la tarde, cuando nadie quería volver a la cuadra 3, llegaban pescadores que si obtenían algún pescado pequeño se lo regalaban a algunos de aquellos que ese día despertó temprano para pasar el día entre amigos, quemándose bajo el sol radiante y escondiendo su nula habilidad para enfrentarse al mar.
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