Renuncié a aquello, tenía algunos ahorros, el cobijo de unos padres y las ganas de finalmente decidirme a ser escritor. No quería volver a pisar una oficina nunca más. De eso se trataba, en realidad. Pensaba entonces que aprender francés me iba a hacer más intelectual o simplemente, intelectual.
Así que a eso fui. Pregunté, acepté, pagué y caí veinte minutos tarde en las viejas instalaciones de la Alianza Francesa para mi primera clase de ese idioma que consideraba una antesala a París y a la literatura.
Sus primeras palabras fueron: 'Comme tu t'appeles?' o algo así. Luego puso la mano derecha sobre una de sus tetas y dijo una oración que terminó en ... Dora. Et toi? Javier, respondí y entonces todo empezó a fluir. Para sorpresa de todos, incluso mía, el idioma era bastante fácil y Dora, esta mujer alta cuyo cuerpo Martin describiría como 'cuerpo estúpido' fue una estupenda profesora que hizo cada clase más divertida que otra y que me felicitó más de una vez por mi habilidad para aprender. Al final de aquel mes hicimos una apuesta que nunca me pagó.
No fue al primer día pero a los pocos apareció Janet. Fea pero joven y con una notoria disposición para hacer amigos. Era algo tonta habría que decir en honor a la verdad pero al menos se podía conversar y huevear sin mayor pretensión que pasar un buen rato. En algún momento me dejé caer pero no me recogió y entonces mejor conversar nomás y ser amigos.
Catalina era colombiana y llegó más tarde que todos. Fue como al quinto día y llegó, enana, guapísima, con un jean que dejaba ver su hilo dental y que no hacía más que distraer la atención de esa Nora, Dora o cual fuera su nombre que trataba de explicarnos los secretos de su idioma. Con ella completamos y nos hicimos amigos los tres y andábamos juntos para arriba y para abajo en cada tiempo libre que tuviéramos en las cinco horas que permanecíamos a diario en aquel local de estudios.
Un día llovía y le propuse a Janet ir a cobijarnos, no aceptó. Esa fue la vez que me dejé caer.
Catalina decidió un día que estaba muy cansada y estando yo sentado, se sentó a mi lado y recostó su cabeza sobre mi muslo. A punto estuve de escupir sobre su suave cabello castaño natural.
Todo se terminó cuando al mes siguiente cada uno tomó otro rumbo y hubo otro profesora y fuimos a otros salones y nos cruzamos por ahi en algún momento sin mucho que decir, solo esperando encontrar otros como nosotros que quisieran simplemente pasar el rato juntos sin mucho que hacer y con ganas de tirar tiempo por la borda esperando tiempos mejores o mejores compañeros, lo que sea que fuera primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario