10/5/13

Actuar

Cada vez que se acercaba una actuación la señorita preguntaba quiénes querían participar y entonces algunos, los mismos de siempre levantaban la mano y ella escogía a quienes prefería. Esta vez se trataba de la batalla de Tarapacá y cinco fueron los elegidos para interpretar a cuatro entusiastas alumnos y un profesor de historia que representarían una lección sobre la referida batalla. 
A Gabriel nunca le gustó ser parte de estos eventos. Los consideraba tontos y absurdos. Una pérdida de tiempo. Durante toda una semana, se perdían horas de clase para preparar a estos muchachos que iban a sacar la cara por nuestro salón pero cuya actuación en realidad a nadie le interesaba. Orgullosos, se colocaron frente a los otros 40 y empezaron los ensayos. Solo había que memorizar un texto que ensalzaba el triunfo peruano en esa batalla frente a los invasores chilenos y luego por turnos y fingiendo excitación recitarlo de paporreta sin un atisbo de comprensión en lo que decían.
Lo hicieron tantas veces que Gabriel se aprendió, simplemente con escucharlo repetidamente, el texto de Calderón. Se lo contó a Lorca y este no le creyó, así que tuvo que probárselo recitándole de paporreta el papel mencionado.
Nadie podía predecir en ese momento que el día que había que actuar frente a todo el colegio, Calderón no aparecería.
La señorita dejó su estado natural de calma para entrar en una semi-crisis nerviosa en la que despotricó de haber nacido en este país donde un niño era tan irresponsable como para faltar el día que le tocaba actuar. Vega levantó la mano, la interrumpió y le informó que Gabriel se sabía de memoria la parte de Calderón. La señorita dejó su crisis de lado y felicitó a Gabriel por ser tan inteligente.
Ese día Gabriel tomó el lugar de Calderón en la actuación pero lo más curioso de todo fue que por ser un día cualquiera de los 80s en el distrito de Magdalena donde quedaba el colegio, había corte de luz y por tanto no hubo micrófono. Gabriel podría haber hablado sobre lo absurdo de las actuaciones escolares que igual nadie se hubiera enterado.

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