16/5/13

Bruja

Dícese de la mujer que busca por medios que escapan a la vista, salirse con la suya. Hermelinda, Maruja, la de los cuentos, la del 71. Cacle, cacle.
En las noches de tiempos inmemoriales se podía escuchar con claridad las risas lejanas de las brujas viajando por los cielos en escobas luminosas. Pronto se aprendió que esas cosas en realidad no existían y que habían que reprimirlas porque ya se sabe que las brujas solo habitan la fantasía. En aquella etapa de definiciones, tanta vida atrás, se determinó que esas risas no habían existido jamás y que todo era producto de una imaginación tan inquieta que sigue buscando que aparezcan a la vuelta de las esquinas estas criaturas de rostro viejo y arrugado, verruga y nariz prominente, los dientes desiguales y amarillos que se burlan repetidamente de nuestros temores.
Se les quemaba, pero allí seguían. La última representante de esta raza no se oculta tres metros bajo mis pies. Abiertamente y en voz alta. Compartimos tragaluz y ya ha sido sorprendida por más de una vez conversando con el futuro en la forma de un cigarro que se consume. Afirma, describe, detalla lo que se acerca para esa persona que sostiene el pequeño vicio entre sus dedos. Vieja, de cortos cabellos, ha determinado que en poco tiempo una mujer de rostro grande y alargado ejercerá su presencia para hacer el bien pero que ningún cuidado está demás. Cuídate de esa mujer, dice, (que puede ser una bruja, agrego).

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