En el mes de mayo usualmente el colegio nos daba vacaciones. Una semana que a mi alrededor nadie más tenía. Entonces era por un lado una cuestión bastante envidiable, mirar a todos tus amigos pasar frente a ti, con uniformes, mochilas, mientras tú apoyado en la puerta o más bien en el portón buscabas alguna, cualquier ocupación que pudiera llenar estas horas de soledad.
Para este mes, el verano ya está desaparecido y la neblina y el frío se han impuesto en cada mañana. Las ropas de invierno son usadas por primera vez en estos días iniciales de un mes nostálgico en el que tantas cosas sucedieron.
En este mes por ejemplo me ocurrió 'La Ciudad y los Perros'. Durante todos esos cinco días desiguales mi pensamiento estuvo en volver a clases pero en ese colegio militar lleno de testosterona en el que se fumaba, se bebía y se tiraba a una edad tan temprana y donde los nervios se aceraban de una vez y para siempre.
Pero no fue como se quiso. La vuelta fue al mismo lugar de siempre. Ser o no ser, dejar de ser o seguir en lo mismo, el colegio que hacía todo diferente y al que se tenía que explicar ante los demás. Realidades diferentes que confluían en uno solo que no tenía la culpa de nada.
Mayo es el mes de la bienvenida al frío de Lima, la neblina tímida que empieza a cubrir pero luego se acobarda para no volver hasta un día después. Mayo.
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