Cuando pasa un avión, me acuerdo de ti. Cuando veo a otros que son de tu edad, también. Cuando veo televisión y tú no estás por ahí, corriendo o haciendo cosas que ya me explicarás después, lo mismo. En esos momentos en que parece que ya no tengo nada que hacer, me faltas mucho.
Hay mañanas en que me quiero quedar a tu lado y hay noches en que temo rozar tu cuerpo con alguna violencia. Cuando te miro y tú no me miras, me gusta sentir que soy como un ángel de la guarda torpe y me gusta estar pero sin estar. Aun me equivoco con frecuencia y muchas veces estoy cuando no debo o falto cuando se requiere mi presencia. Ya me irás enseñando y tenme paciencia.
A veces nos mordemos, a veces nos besamos, a veces damos vueltas sobre la cama, abrazados y somos tan felices, yo como nunca jamás lo he sido con nadie. Nos reímos, nos empujamos y me gusta olerte y sentir tu piel en mis cachetes y tus manos en mi pellejo agotado.
En el parque somos lo que yo quisiera que siempre seamos. No lo defino en pocas palabras, solo eres tú corriendo y arriesgándote y yo detrás tuyo, orgulloso de estar contigo. Y tus cachetes. Y tu pelo. Y tu risa pendeja cuando sabes que el mundo está a tus pies. Y tu asombro que es lo que más espero cada día, que te asombres y que nunca jamás dejes de hacerlo porque cuando dejes de hacerlo, entonces las cosas serán muy grises y a ti te encantan los colores. Casi tanto como los perros que persigues pero no te animas a tocar. Ve, huele , toca, lame, oye. Pero no te asustes, esto es la vida y es hermosa, no hay de qué preocuparse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario