Viste de camisa y corbata, pero no saco. Muchas veces usa lentes oscuros aun cuando se desempeñe bajo techo. Lleva además un audífono con el que alguien en algún lugar remoto lo dirige cual juguete con pilas nuevas. Es prepotente y desconoce el principio de inocencia. Para él siempre serás culpable. Cabello corto, rezago de alguna academia pre-militar a la que asistió cuando aun tenía esperanzas de ser feliz pero que no le sirvió para ingresar. No es nada, ni policía, ni militar, pero el disfraz lo convences de que sí lo es. Se le encuentra a la puerta de grandes tiendas como supermercados y tiendas por departamento (Saga, Ripley).
Cuando te hable, además, nunca te mirará. Al entregarle tu bolsa de compras para demostrar que no eres culpable de lo que él te acusa, hará una ridícula y superficial revisión que justificará su presencia en ese lugar. Si alguna vez le reclamas porque ni él ni la tienda tienen ningún derecho a tratarte de esa manera, el guachi y su corbata procederán a usar la fuerza física porque eres un sospechoso. Si es necesario, llamará refuerzos y te arrastrará contra tu dignidad a algún lugar donde serás revisado cual terrorista o narco de la peor calaña. Si tienes suerte de que tu caso llegue a la red o mejor aún, a la radio o la tele, la tienda te hará una oferta que no podrás rechazar y te tendrás que retractar de lo que fue cierto.
El guachi y su corbata quisiera una vida marcial perteneciendo a alguna institución castrense pero en vez de eso, es un guardián de tiendas. Quisiera correr junto al auto del presidente presto a lanzase sobre él para salvarle la vida en un atentado pero en vez de eso está de pie muchas horas revisando bolsas de plástico y soportando preguntas babosas de clientes aún más babosos. Se entienden la frustración y sus tristes consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario