20/6/13

Tres Patines

Era lo más anticool que existía pero en las vacaciones, alejado de tanta modernidad y zapatillas de marca era posible serlo. Más aún escondido en la noche, con apenas el televisor encendido en blanco y sepia luego de un carnaval de noticias sobre terroristas y crisis económicas. 
Tres bloques más la presentación a ritmo cubano y una caricatura inmóvil que se despedía con los créditos en letras blancas. Había sido siempre una larga espera y acurrucado en el sillón con el viejo leyendo sus periódico en la mesa, me quedaba dormido indefectiblemente en los comerciales entre la primera y la segunda secuencia. Después despertaba y era para mirar el final mientras preguntaba de qué había tratado todo sin obtener mayor respuesta que el "vamos a dormir" correspondiente.
Su figura menuda, raquítica, su sombrero crema rodeado de una gruesa raya blanca que estoy seguro debe tener algún nombre que desconozco y sus explicaciones absurdas de una lógica irrefutable ante el juez que multaba a un ritmo incontrolable en pesos cubanos pre-Fidel Castro. Eso queda. 
El argentino Patagonio, el español El Curro, Luz María Nananina, tanto como otros se turnaban en caso tras otro en los que el acusado Tres Patines demostraba siempre ser presa de algún malentendido que para su mala suerte cada vez lo terminaba favoreciendo.
La imitación que hace de él Guillermo Rossini es simplemente mala. Exagerada, sin gracia, parodia de la parodia no hace más que repetir las frases del genio sin insertarlas en algún contexto acorde a ellas. 
Nadie más veía estos capítulos infinitos, versiones precursoras de esa justicia que hoy tenemos, la tremenda corte que no hace más que hacer palidecer a eso que hoy nos intenta convencer de que hay legalidad. Tres Patines, defiende a tanto desafortunado visitante de los juzgados de esta ciudad tinterilla.

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