No hay que desmayar, hay que joder. Que no tengan un segundo de paz. Que cuando asomen las narices a las calles, todos a su alrededor los señalen. Y les digan lo que son, corruptos, golpistas. Que tengan marchas a diario en las puertas de sus casas, en sus centros de trabajo, en su camino al hemicirco o al palacio de desgobierno. Que las plazas estén llenas cada día, que las redes sociales se llenen de textos, de videos, de memes repudiándolos, ridiculizándolos, que los carteles estén en todas las ventanas, que la rabia se exprese siempre. Que les quede claro que no lo van a lograr.
Que vivan llenos de miedo y sigan disparando perdigones y lacrimógenas a ciegas porque de donde uno queda herido salen 100 más y no les alcanzará para poder con todos. Y joderemos tanto que muchas de esas basuras irán “cambiando de opinión”, pocos por convicción, los más por miedo y la voluntad que se está expresando en todos lados y a todas horas, terminará por imponerse.
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