10/11/12

El cassette de Héctor

El cassette pertenecía a Martín. Se pasó todo un año hablando de tales Héctor, Rubén, Richie, Jhonny, Celia, Willie y otros que en realidad algo de curiosidad picó. Pero claro, uno se cree rockero porque escucha y malentiende ese poco de música en inglés que es popular entre ese otro poco de gente que la prefiere aunque también la malentienda o simplemente no la entienda de nada, que era para tal caso, el caso. En fin.
El asunto es que no cabe duda que es verdad que el prejuicio es más fuerte que la curiosidad y así se mantuvo el incipiente deseo de salsa dura y madura que el tal Martín presionaba, inconcluso, eunuco, castrado deseo.
Pero quiso el azar que un fin de semana le acertara a los resultados de la polla del fútbol del 410-tarde que es donde asistíamos a clase y Martín, administrador en ciernes, debía repartir los premios. Cinco soles no se reciben así nomás. Me dio dos soles y un cassette. Te debo los tres que faltan, te pago el viernes. Así que el viernes llegó pero no pagó y un sábado el cassette cayó en la cassetera de un walkman semi-robado que facilitaba la música del momento. Y luego otra vez y estaban Noé y Pedro Navaja de historias fascinantes de tan bien contadas que estaban. Martín jamás lo reclamó así como yo jamás reclamé mi premio y ambos tan contentos y tan a mano quedamos que luego tocó comprar más piratería de Héctor y saber de la calle Luna y la calle Sol y del campeón mundial que perdió lo más querido por llegar. Ese Héctor algo tenía, indescifrable o más que seguro que me falta lectura para poder expresarlo. 
Ya después Héctor quedó y ese cassette se perdió en las mudanzas. Oye Jéctor! tú estás hecho, siempre con hembras y en fiestas. Para qué más, vive la vida y no dejes que la vida te viva.

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