1/6/12

Barbie

Barbie fue Kaiser por unos, los primeros días. Creímos que era macho y ese fue el nombre que le escogimos: Kaiser. Pero llegó el negro Mingo, ocasional vecino que nos corrigió amablemente el error cometido y Kaiser pasó a ser Barbie, una doberman inquieta y juguetona que solía jugar conmigo y arañarme los brazos incansablemente en esas borrosas tardes pre escolares.
Nuestra casa era pequeña. Durante las mañanas los humanos debíamos abandonarla y Barbie se quedó por un día reina y señora de esos húmedos ambientes, tan entrañables como reducidos. Pero no fue una buena reina. Hizo mal uso de su poder orinando y cagando cada rincón de estos dominios limitados. Mordió, arañó, seguramente sollozó y en esa desesperación de su soledad, trajo al piso cuanto objeto inanimado pudo alcanzar en un afán de compañía que llegó tras intensas horas de espera nervios. Nadie entendió lo que nos quiso decir.
Barbie fue confinada a un espacio más reducido durante esas horas de solitaria desesperación. Un pequeño patio de tres metros cuadrados fue testigo impasible de su ansiedad incontrolable y nuevamente sus sollozos y arañazos, esta vez al marco de la puerta inocente tras la cual había visto desparecer al último de sus seres queridos e ingratos. Sin embargo el perjuicio fue exitosamente limitado y así pasó todos los siguientes días que estuvo con nosotros. Mañanas en desesperación, tardes de libertad.
El día de mi santo Barbie no amaneció con nosotros. Se la llevó Mingo a servir en la policía nacional. Proetió remplazarla con una perra Cocker Spaniel que jamás llegó. Con los días las marcas de sus uñas en mis brazos fueron desvaneciéndose pero no su recuerdo. Fue mi 'perrorista', mi primera perra. Me pregunto qué habrá sido de su vida después que nos separamos.

1 comentario:

  1. Y como es que no se dieron cuenta...bien fácil es jajaja. Yo tambien recuerdo a mi primera mascota, "colita", una perrita chusca pero con un corazón de familia real!

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