11/11/12

La fecha del ajedrez (incompleto)

Esa mañana, Javier y su viejo se levantaron temprano (aunque el viejo siempre lo hacía) y después de un quáker que Javier detestaba y de los húmeros a la mala ponerse, salieron hacia el centro para una nueva fecha del campeonato de ajedrez. Conversaban poco y Javier siempre tenía muchas preguntas que papá respondía como podía en un trayecto plagado de esas imágenes que a través de la ventana iban modificando tal estilo de arquitectura en unas calles iluminadas por el sol de un verano en plenitud.
Al partir, las casas traían colores pálidos que empalidecían aun más por la tierra que cubría sus muros de tantas docenas de años y así en esa tristeza se llegaba hasta la avenida amplia que daba a una plaza redonda que era el morir. El verde predominaba y esas casas de no más de dos pisos nos miraban desde sus ventanas recordando un pasado de tranvías que se había escapado en el absurdo de los años que se empeñan en seguir la cuenta. En las cuadras del final ya aparecían estas casonas de glorioso ayer y se terminaba en esta plaza Bolognesi inmensa, rebosante de país, rodada de más casonas que no le servían de hogar a nadie y más bien sobrevivían a una modernidad equivocada en las mentes ignorantes de citadinos (que no son ciudadanos) desviados en su afán de parecerse a lo que creen es el mundo hoy en día.

10/11/12

El cassette de Héctor

El cassette pertenecía a Martín. Se pasó todo un año hablando de tales Héctor, Rubén, Richie, Jhonny, Celia, Willie y otros que en realidad algo de curiosidad picó. Pero claro, uno se cree rockero porque escucha y malentiende ese poco de música en inglés que es popular entre ese otro poco de gente que la prefiere aunque también la malentienda o simplemente no la entienda de nada, que era para tal caso, el caso. En fin.
El asunto es que no cabe duda que es verdad que el prejuicio es más fuerte que la curiosidad y así se mantuvo el incipiente deseo de salsa dura y madura que el tal Martín presionaba, inconcluso, eunuco, castrado deseo.
Pero quiso el azar que un fin de semana le acertara a los resultados de la polla del fútbol del 410-tarde que es donde asistíamos a clase y Martín, administrador en ciernes, debía repartir los premios. Cinco soles no se reciben así nomás. Me dio dos soles y un cassette. Te debo los tres que faltan, te pago el viernes. Así que el viernes llegó pero no pagó y un sábado el cassette cayó en la cassetera de un walkman semi-robado que facilitaba la música del momento. Y luego otra vez y estaban Noé y Pedro Navaja de historias fascinantes de tan bien contadas que estaban. Martín jamás lo reclamó así como yo jamás reclamé mi premio y ambos tan contentos y tan a mano quedamos que luego tocó comprar más piratería de Héctor y saber de la calle Luna y la calle Sol y del campeón mundial que perdió lo más querido por llegar. Ese Héctor algo tenía, indescifrable o más que seguro que me falta lectura para poder expresarlo. 
Ya después Héctor quedó y ese cassette se perdió en las mudanzas. Oye Jéctor! tú estás hecho, siempre con hembras y en fiestas. Para qué más, vive la vida y no dejes que la vida te viva.

9/11/12

Del por qué me regalan whisky y del cuándo lo beberé

Guardo en mi escritorio dos botellas de whisky sin abrir. Ambas han sido regalos bien intencionados y agradecidos por mi parte y honestamente debo confesar que espero la ocasión propicia para beber de estas aguas que gente tan estimada ha tenido a bien proporcionarme. Sin embargo, en ambas ocasiones ha quedado flotando en mi tal pregunta: ¿Y cómo así justamente whisky?

Hasta el día de hoy he tomado tal bebida una sola vez: en casa de Carolina tras la graduación del instituto. Sentí el sabor a madera pero terminó por conquistarme y en muy poco tiempo terminé por apurar varios de esos vasos que completaba con hielo para refrescar mi sedienta garganta adolescente. Después de aquello no ha habido ocasión de repetir la experiencia.

Pero el tema no es el sabor del whisky sino unos motivos por descifrar.

Resulta que soy un tipo más bien serio. O de no serlo, lo aparento muy bien. Y durante muchos años hice de mi afición por el alcohol un rasgo bastante identificable. Además hoy soy un padre de familia responsable que gusta de alardear sofisticación y trata de todas las maneras posibles de lucir una inteligencia quizás real, quizás real, quizás imaginada que considera la arista más apreciable de su personalidad.

Entonces han creído esta maroma tan bien aprendida y ejecutada.  Prueba de ello son tal par de envases de vidrio que contienen en ellos el inasible elemento (tal cual el cariño con que fueron entregados) que beberé el día que nos pasen tal examen complicado y aquellos otros decidan que es hora de reproducirse. ¿Se entiende no? Listo entonces, espero tales señales para deshacerme del cartón que los rodea y convertir el contenido en celebración, alegría y cháchara intrascendente, de aquella que es la que al final más perdura.

8/11/12

Enatru 58 (final)

... así que esperábamos y ante cada aparición a cuatro cuadras de distancia de algún amarillo paquidermo embotado y sobre ruedas, los aspirantes a viajero se agitaban y se espiaban mutuamente queriendo adivinar cuanta agresividad y decisión habrían de enfrentar en su camino al ansiado estribo de un bus cualquiera en aquella tarde de limeño gris.
48,59 y fallamos por uno , hijo. Una 58 fue imposible pero la siguiente ha de ser nuestra recompensa a tan penosa espera. Verlo hoy en este recuerdo provoca un profunda pena y nostalgia.
Cuando llegó la 59, fue la violencia de los ochentas, de empujar y alcanzar, la supervivencia del más fuerte, ahora el miedo era caer, solo los pies y las manos sosteniendo un cuerpo a merced de los vientos helados provocados por un bus citadino en emergencia y en una marcha inacabable. Las calles eran desconocidas pero debían llevar a aquel colegio por primera vez. Y así fue.
El siguiente capítulo sucede a la puerta del colegio. Una hora tarde para una clase de dos horas. Forcejeo verbal que lleva a autorizar el ingreso y hay otros como uno (pero que honestamente no tanto como uno) jugando despreocupados en un patio de rayuelas amarillas en el cemento y maceteros enormes donde sentarse a descansar. Allí pues, hubo que sentarse a descansar para lo que vendría después.

7/11/12

Enatru 58

En las mañanas de paro (de micros o armado terrorista) igual había que ial colegio en Miraflores casi Surco mientras se vivía en San Miguel casi casito Magdalena.Se intentaba salir más temprano pero se conseguía a medias y las cuadras rumbo a la avenida Brasil se caminaban con el apuro desganado de quien no entiende por qué hay que pasar por esto cuando se tienen 10, 11 ó 12 años. Peor aun si en ese lugar se es la excepción y son pocos los afectados por la escasez de transporte público en la ciudad capital, difícil explicar que has tenido que batallar con otros adultos de más edad para tener la oportunidad de arriesgar la vida viajando para ese colegio. Hasta da verguenza. 
La verdad es que es mejor esperar la solidaridad de algún conocido o desconocido para la fortuna vaya por la misma ruta y permita subir a quien hacia allá va, óvalo de Higuereta, 7:40 pm.
Hubo una primera vez y fue en la tarde. El plan era llegar a San Felipe y de alli ya se vería. Las calles a disposición solo mostraban los autos y los Enatru amarillos, el nuestro era la 58. Pero la que más pasaba era la 48 y no había como intentar. Había que coger fuerte la mano de papá para soportar el temor. En algún momento tendría que llegar y ese era el miedo... ( to be continued)

26/9/12

Velasquez

Una noche el Chicho y el niño jugaban en algún lugar de la casa. Afuera, en la sala, los mayores conversaban, se reunían, comentaban, quizás bebían, eso ya no se recuerda. Es probable que Marcos también estuviera allí. Había gatos y sus miradas eran alertas, dispuestos a la defensa, al salto escapatorio un segundo antes del ataque más rápido.
- Tía, ¿sabes cómo se llama el peinado de mi tía Adelaida?
- ¿Cómo?
- Viento
-¿Viento?
- Bien torreja.
Y la risa fue general.
El juego siguió hasta que se oyó barullo más allá de la sala. Al comienzo la curiosidad hizo silencio en la sala. El ruido venía de afuera, no la calle sino el pasadizo de esta quinta estrecha. Gritos y recriminaciones. Protestas de una mujer. Bravatas de dos hombres. Desafíos. La mujer está llorando y habla sin que se le pueda entender. Entonces el juego se detiene y ahora al escándalo se aúnan los murmullos de la sala. Se especula, se descifra, se interpreta. Se discute qué hacer. Hay un arma de fuego, uno amenaza, el otro desafía, la mujer sufre y sus súplicas solo parecen estorbar el desenlace seguro temido por todos. De la sala llega el sonido de unas sillas. Se discute qué hacer pero las voces son bajas, temerosas, quedas. La discusión se vuelve cada vez más densa. Se oyen unas negativas. 'Mejor no, papá'. Los pasos son pesados y decididos. Se escucha la puerta abrirse y el sonido se confunde con los gritos de la pelea. El Chicho y el niño se miran. El silencio dura un segundo. El grito destemplado.

¡VELASQUEZ!

Una voz quiebra el murmullo y exige. Vuelve ya. No salgas. La situación se crispa pero inmediatamente inicia su declive. El Chicho y el niño ahora están en la sala. La de la voz está sentada, le habla a Velasquez, pide explicaciones y Velasquez no entiende por qué tanto problema, no entiende el arma desenfundada, el caos de temer, el peligro de meterse. Todos coinciden con la de la voz. Velásquez se defiende y esa noche se va a dormir con la conciencia tranquila, duerme sin entender y es un día más de un largo camino aun sin terminar.

7/7/12

Dear Mr Morrissey

Dear Mr Morrissey:

Empiezo a escribirle mientras escucho su voz de fondo cantando que Hector fue el primero de la banda con un revólver en la mano y que además fue el primero en cumplir condena y entonces a uno le dan ganas de ser Hector o Steven o alguno de esos seres atormentados que atiborran cada una de sus miserables canciones.
Y usted se concluirá naturalmente que a usted que carajo le importa el efecto de sus canciones sobre las almas incompletas que a su luz se aventuran. Pues bien, coincido con usted. ¿Qué carajo puede importarle? Pero debo agregar ¿Y a mi qué carajo me importa su opinión?
Dejémonos entonces de hipocresías que al fin Ud. no se enterará jamás de la existencia de esta carta que ni siquiera tiene el valor de ser carta. Pesimismo obliga. Le escribo pues para que todos vean que le escribo. 
Que vean por ejemplo que le digo que esa lírica que usted tan prolíficamente ha eyaculado llena muchos vacíos y responde a tantas otras preguntas. Preguntas muchas de ellas que ni siquiera se sabía que estaban allí.
Ha dicho usted por ejemplo que si alguien alma a una persona por qué no puede amar a dos. Y he allí que nos quedamos en silencio perplejo pensando que alguna respuesta satisfactoria a nuestros prejuicios debe existir porque tantos millones de occidentales no pueden estar equivocados. La monogamia y sus efectos en el hombre modernos podría ser el título de un nuevo libro a piratearse. Ideas más o menos.
Un día también nos relató la historia de aquel que fue a un lugar en el podría conocer a alguien que realmente lo amara. Así que va y se está allí de pie, solo, y se va del lugar, solo y se va a casa y llora y quiere morir. Y aquello es como si Ud. me hubiera conocido porque me ha pasado no muchas pero sí demasiadas veces. 
Así que no sé. Sé que Ud. existe porque lo he visto y lo he tenido a un par de metros apenas, sonriente, en cuclillas, intentando rozar manos afanosas que hacia Ud. se dirigían. Las mías estuvieron allí, pero he de confesar que se estiraron solo por compromiso. En realidad yo solo lo contemplaba y sus ojos estaban allí tal como los recordaba del Youtube, de cuando aquel momento era solo un sueño, solo que esta vez podía ver el sudor en su frente.

(may be continued)