16/7/13

Perro

En una de esas mañanas me encontré un perro que me siguió durante todo el camino hasta el colegio Claretiano.
Se acercó a la altura del mercado, que siempre a esas horas se veía cubierto de lodo apelmazado y todo el mundo barría la humedad inacabable de cada mañana de invierno. Era un perro triste, de cabeza gacha, la cola también deprimida, apenas moviéndose al compás de sus pasos. No estaba solo, lo acompañaban otros callejeros, pero fue él el único que se desprendió de la jauría y caminó el mismo camino.
Fueron apenas unas cuadras, las pocas que faltaban. Como siempre, aquel día llegué tarde. Las minúsculas gotas se ordenaban en la lana de mi chompa gris. "Holanda" fue el estúpido nombre que le puse. Porque era naranja y fue todo lo que se me ocurrió. Le hablé de algunas cosas, una cuadra antes de llegar me abandonó. Lo esperé al día siguiente pero no volvió nunca más.

10/7/13

Un sueño

Han tomado años darse cuenta de la belleza de esa imagen.
Aquella ya había dejado de ser la casa nuestra, era más bien de ellos que llevaban varias décadas viviendo juntos y que hoy tenían tres hijos que no terminaban de encontrar algún camino que los llevara a cualquier lado. Uno de ellos llegó, en esta noche de invierno y para su sorpresa encontró las puertas abiertas y todas las luces encendidas al tope. Más sorprendente aún fue encontrarla a ella allí, solita, sentadita en el tercer escalón hacia las alturas de una casa que iba literalmente creciendo año con año.
El hijo se acercó y la saludó como si fuera un día cualquiera. Para él lo era. Para llegar a ella había tenido que andar con cuidado, sus pisadas podían malograr aquel piso anhelado que se había ido armando y que ella miraba sin palabras, pensando quizás en tantos pisos indeseados sobre los que había caminado en tantas casas suyas pero ajenas. Este piso nuevo lo había escogido ella, era suyo en posesión, en intención, en elección. Pero para él no era más que caminar sobre mayólicas frescas que había que tener cuidado de no remover.
Allí sentados en la escalera conversaron de cualquier cosa. Ella fuerte, como siempre, no mencionó lo que le cruzaba la mente. Se mostró indiferente a lo que llenaba sus pensamientos en esa noche. Habló con él de él, generosa como siempre, dejó de lado lo suyo para estar con él.
Después fue la despedida y ella se quedó allí, sentada en sus escaleras, apoyando la cabeza en sus puños, pensando y recordando. Feliz a su manera, satisfecha de tener frente a ella el resultado de mucho tiempo de andar, trabajar, negarse cosas para poder aquella noche formar esa fotografía que contaba toda una vida.

8/7/13

Taxista

Se toma un taxi y de pronto empieza el relato de los últimos días vividos por aquel con las manos sobre el volante. Resulta que es el primer día que trabaja después de dos semanas pues no pagó la última letra de su auto a tiempo. Eran cuatrocientos soles que canceló a medias previa conversación con una mujer que aceptó otorgarle dos días más de plazo pero al final ella en realidad no tenía ningún poder de decisión.
Finalmente cuando iba al grifo por algún extraño motivo no le permitían llenar su tanque pues decían que tenía una deuda también de cuatrocientos soles. Cuando finalmente pudo juntar el dinero necesario para pagar resulta que su firma no le salía igual a la del DNI por lo cual no la querían reconocer y así estuvo, durante tres días, yendo a firmar por horas intentando obtener una firma lo más cercana posible a la original, cosa que recién logró el día de hoy por la mañana con lo cual pagó la letra, pagó el gas, se compró desayuno en una carretilla y minutos más tarde se apareció frente a mi dispuesto a iniciar otro día de trabajo confiado en la suerte que le da cada primer pasajero del día que se sube a su auto blanco.
Hasta que llegamos a mi destino.

7/7/13

La tierra es hueca

Y en la luna hay una base extraterrestre.
El tipo de cosas que uno dice después de leer un libro que le prestaron. Así los demás prestan atención y se es escuchado por los minutos que uno pueda mantenerse recitando hechos inciertos y teorías creíbles para mentes fácilmente impresionables.
Paul está muerto.
Se relatan una tras otra todas las pruebas de esa teoría y se terminan susurrando las oraciones que se sabe más impresionarán al auditorio. Se hacen pausas y se abren los ojos como platos mientras se asiente con la cabeza ante cada verdad absoluta proferida a los vientos.
Sucre y Bolívar eran amantes.
El tipo de verdad sobre la cual se puede elaborar con mucha facilidad siempre que se hable con convencimiento y no se demuestre el más mínimo asomo de duda. Ayuda mucho mencionar que en algún momento todo el mundo lo sabía.
Hay verdades que es preferible callar pues no tienen absolutamente ningún valor y las mentiras elaboradas sobre ellas serán siempre bienvenidas pues al menos tendrán la virtud del entretenimiento inofensivo.

La Biblioteca de Yuri

Dos casa más allá se podía encontrar la casa de Yuri. Se dice casa pero en realidad no se trataba más que de un apartamento como cualquier otro de los que había en la quinta. La luz en esa casa siempre era baja y el olor particular en ella remitía a una cera pasada con frecuencia, con fruición y entusiasmo enfermizo. Encierro, puertas cerradas, las ventanas enormes en cada habitación a ambos lados de la puerta de entrada que como todas se hinchaba bajo el calor de cada verano.
Entonces uno entraba y a la izquierda se encontraba el cuarto de Yuri. ¿Había un camarote? Probablemente. ¿Un escritorio? Es lo más seguro. Lo que sí existía era ese globo terráqueo de otros tiempos. Uno visitaba cada país con su capital y buscaba siempre el punto negro dentro del cual se ubicaba su presente. El Perú y su capital Lima, en su continente, el planeta Tierra y todo eso contenido en este cuarto cuyo piso de largos tablones crujía ante cada pisada. El caos creativo todo contenido allí y la curiosidad adolescente, juvenil de ese joven de enorme cabeza y un diente con corona de metal con tanta vitalidad y codicia de vivir que usualmente terminaba por dormir en ese lugar.
Había tanto que leer en esa habitación. Quizás había un librero, quizás no, pero letras y números existían por millones. El árabe que mira desde la tapa del Baldor promete muchas historias pero todo queda en números y muchos signos incomprensibles. Aquellas decenas de volúmenes misteriosos repletos de esoterismo, tabú y rebeldía buscaban aquella respuesta que algunos más años Yuri encontraría involuntariamente y no precisamente en sus páginas.
Una biblioteca tan diferente a la que había en casa, siempre dejando el sinsabor de no poder devorarla en los minutos y las horas insuficientes de cada visita.

2/7/13

Capaz

Toma muchos años darse cuenta que el "tú lo puedes todo" es una falacia y muchos más convencerse de ello de una vez y para siempre.
Y es frustrante no poder especialmente cuando se ve tan sencillo. No sirves para comprar, eres muy indeciso. No sirves para criar, eres muy severo. No sirves para escribir. Sin embargo aún cuando ya estas convencido que aquello no fue más que una mentira muy bien intencionada, queda ese amargo sabor de boca por el cual reconoces que hay algo que rompe la armonía cósmica que tanto trabajo te ha costado descifrar, entender, crear pero que sin embargo no terminas de comprender. Dejas que el tiempo te lo explique.
Entonces un día tienes una de esas ráfagas de sabiduría que te explica que no era una real mentira sino apenas una verdad incompleta que te hace volver la sonrisa al rostro. No podía ser que papá y mamá te mintieran.
Puedes serlo todo pero tienes lamentablemente una sola vida y un tiempo limitado. Esa es la única frontera insalvable hasta hoy. Entonces no puedes serlo todo sino cualquier cosa. La que tú elijas, eso sí. Pero solo una o unas cuantas. 
Lo más probable es que si eres un ser humano sanamente curioso no te alcanzará la vida para todas las miles de cosas que querrás hacer. Hay que aprender a escoger. Y a desechar.