29/5/12

París

París es el lugar al que cualquiera con alguna pretensión artística alguna vez quiso ir. Los escritores o mejor dicho, los (eternos) aspirantes a escritores tienen (tenemos) esta idea romántica de que el aire, el cemento o los parisinos al simple contacto, nos convertirán en aquello que hemos soñado con intermitencia o terquedad para nuestras vidas fugaces.
Esta mitología se sostiene en la innumerable cantidad de belleza producida en tal lugar. Empezando por los Trópicos de Miller, las mujeres de Picasso y las tristezas de Vallejo, podemos rastrear el génesis de esta creencia generalizada en que París era una fiesta (intelectual).
Sin embargo, al inicio este deseo es incipiente. Se llega a la adolescencia y se entera uno del Boom. Entonces aparece el Barrio Latino y todo parece ir acomodándose. Gente como uno, del mismo rincón del mundo, cumplió su sueño y a lo grande. El sueño ya no se ve tan lejano. La buhardilla, el café, los cigarros, la máquina de escribir.
Así entonces se nos presenta Godard. Y ahora con la Nueva Ola podemos ver París en movimiento y a blanco y negro que es como se le debe ver. Sus casas de piso de tablones de madera que hacen sonar los zapatos, la arquitectura detenida en el tiempo. Todo el mundo en sobretodo y con sombrero.
Pero el tiempo se adelanta como siempre a nuestras aspiraciones de cartulina. París se vuelve la excusa nuestra de cada día que justifica no escribir nada porque justamente, nos falta París. Se convierte en esa faltante parte esencial que nos impide la gloria, culpable de nuestras frustraciones.
Finalmente y en un patético pataleo de ahorcado te inscribes en unas clases diarias e intensivas de un francés que nunca usarás. Una profesora te demostrará (sin quererlo pero fehacientemente) que sí, París era una fiesta pero hace mucho y hoy no es más que una ciudad que no sabe que hacer con su delincuencia ni con tantos inmigrantes de todos lados del mundo. Pero aun tienes que verlo con tus propios ojos.
Ribeyro te lo cuenta y es como si lo vieras. Sabes que hoy en día París estará en la otra ribera ya desde hace un tiempo y para siempre, así que lo mejor es huir de ese lugar sin siquiera haber llegado a pisarlo.

1 comentario:

  1. Truffaut te muestra el verdadero París desde hace mucho. Sin embargo, pese a lo parecidísimo de sus calles "a lo Av. Abancay", se logra encontrar -entre lo sórdido- luz y belleza. París esta llena de arte, incluso en estos tiempos de indignados y neocommies.

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