29/6/16

Bobby

Hoy Bobby se perdió en un supermercado, la pena se instaló en nuestros corazones y nos fue imposible sacárnosla de encima. No queríamos mirarnos porque sabíamos que al hacerlo las lágrimas serían ineludibles, simultáneas, unánimes. Fuimos tres espectros de décadas diferentes y una bebe gigante que andábamos en silencio mientras las ofertas se anunciaban por los altoparlantes. Hubo una orden inicial, apenas segundos después de la tragedia, que nos conminaba a prestar atención a todos los carritos circulantes del supermercado, con especial énfasis en aquellas familias rodeadas de niños. Porque sabíamos que había sido raptado.
Un descuido de sólo diez segundos lo inició todo. La rana descansaba en los brazos de la bebe gigante sentada en su cochecito pero Bobby brillaba por su ausencia. Fue todo darse cuenta, volver sobre los pasos con una calma desesperación, pedir en silencio que aparezca en ese sobre poblado supermercado, pero había desaparecido tan rápido que era evidente que alguien lo había recogido del suelo y sucumbiendo ante su carita encantadora de perro obediente, cometió el maldito secuestro que nos tenía tal cual, con la noche encima, sin saber a dónde ir y buscando alguna solución que pudiera satisfacer nuestra sensación absoluta de haberle fallado a nuestro amigo fiel. No lo cuidamos y se nos fue, error imperdonable.
La ropa china barata, los productos lácteos y embutidos, lo que sirve para el desayuno, los productos de limpieza, la panadería, en ese enorme lugar con tanta gente, todo desaparecía, hasta el ánimo. Desesperado, miraba cada carrito y la esperanza se esfumaba. Ya ni sabíamos para qué habíamos ido hasta ese lugar, no era posible. Tantos días juntos, un miembro de la familia, peludo, de ojos inexpresivos, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Pero llegó ese segundo. Una bola crema junto a la nalga de un niño de año y medio que no tiene la culpa de nada. El carrito era empujado por su viejo secuestrador de Bobbys que es a quien hay que culpar. La mamá no aparecía aun en el cuadro. ¿Pero era Bobby? "¡Mira, allí está!" fue el grito y el pensamiento "por favor dime que es él". Y era. Nos acercamos furibundos, solo dos, dispuestos a todo para recuperar esa piedra angular que habíamos descubierto que nuestra familia tanto necesitaba. Era él y mientras uno lo recuperaba físicamente, el otro prevenía cualquier reacción adversa. Atrévanse a quitárnoslo y conocerán la furia de cuatro anónimos que aman a su peluche que es el quinto miembro de esa pequeña burbuja de vida y felicidad que tanto trabajo cuesta construir en medio de las lloviznas del invierno limeño.

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