30/6/16

Noche en la Vecindad

El llanto lejano de ese bebe se asemeja tanto al maullido obsceno que desde hace dos meses acompaña las noches frías. Los gatos son así, se instalan en la oscuridad del estacionamiento repleto de autos inmóviles y no hay como encontrarlos para hacerlos correr. Nadie tiene las ganas necesarias para perseguirlos o buscarlos. Hay que subir las escaleras acompañados de esos miau que se alargan y maldecir las potenciales desventajas de tener un animal callejero residente.
La televisión encendida en una novela también acompaña el silencio. Es el hombre de la voz gruesa que seduce a la inocente mujer cada noche. O quizás el programa concurso que arrasa en sintonía. O son simplemente las noticias de fondo que ya no nos dicen nada nuevo. Las muertes, la corrupción, los deportes.
Un bastón resuena escalón por escalón. Se le añade a cada golpe un resoplido cansado que emana regular de un cuerpo excesivo ya sin capacidad para poder tenerse en pie por sí solo. Dice unas palabras al aire helado, entre ruego a la vida y maldición de la misma.
Una puerta que se abre para cerrarse, las rejas sin aceite. Y las teclas que se hunden a ritmo de 6 por segundo intentan sin éxito (un fracaso más qué importa) describir la cotidianidad de esta colmena sórdida y nocturna que se apresta para el reposo.

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