9/4/20

Las Caminatas

JM y JN querían ser escritores pero estudiaban administración. Se conocieron pronto pero no fue hasta el día de su coincidente cumpleaños que sellaron una amistad infinita. De testigo tuvieron a ER, sentados los 3 en una vereda a dos cuadras de la universidad donde estudiaban. Esa tarde no fueron a clases, solo se dedicaron a terminar la botella de ron que se habían comprado con los pocos dineros que pudieron juntar. En las semanas siguientes, dejar de ir a clases se volvió rutina.
Abandonaban el salón, sin ningún respeto, en medio de cualquier cosa que estuviera diciendo el profesor del momento. Y caminaban. Caminaban tanto que muchas veces veían aparecer frente a sus ojos, los edificios del centro de Lima o las luces de las avenidas emergentes en San Miguel, o las calles silenciosas de Pueblo Libre.
En sus conversaciones soñaban sin mayor esperanza. No bebían porque el dinero era escaso, mejor era comer. Las conversaciones duraban lo que duraban esas caminatas.
De esos tiempos hoy solo quedan las conversaciones. Los sueños quizás también pero las caminatas sí que se han desvanecido. Se bebe más, el dinero ya no es tan escaso y se come, aunque en realidad no se quiera.

4/4/20

31 de diciembre de 2020

El 31 de diciembre de 2020 recordará que pasó más de un mes encerrado en casa con su familia. Recordará que jugaba al fútbol todos los días y que la mayoría de las veces, a pesar de sus esfuerzos, se iba derrotado de la sala. Recordará que en las tardes se tiraba a leer por un par de horas sobre alguna cama. Sonreirá cuando se vea a sí mismo, también, sentado frente a una partitura que no pudo terminar de ejecutar a pesar del tiempo de ese encierro. Sabrá también que ahora cocinará más que antes. Hasta quizás, extrañará esas mañanas modulando el fuego, solitario en la cocina, escuchando álbumes completos desde el celular.
En aquel entonces, el recuento de contagiados y muertos, indicaba que se acercaba la hora del almuerzo. Es probable que para ese fin de año, su mujer ya habrá leído el Ensayo sobre la Ceguera que no pudo porque faltaba en la biblioteca. O que el pequeño futbolista haya terminado el Diario de Ana Frank que empezó en esas semanas. Y que la pequeña artista haya ya olvidado al Marshmello, que la divertía mientras la calle le era ajena.
Quizás en la tarde previa a ese año nuevo ellos jueguen el Dixit que no pudieron jugar por haberlo olvidado en alguna casa lejana. O quizás jueguen al Kuh Handel que tanto los acompañó sobre la mesa del comedor.
La universidad, la calle, la televisión, las ropas, el viento, los vecinos, las azoteas, los perros, los miedos, las cervezas, las aguas, las familias, todo habrá cambiado para entonces.
Llegará ese 31 de diciembre y todo no será más que un recuerdo, de esa vez que nos quedamos en casa.