13/8/15

El pez en el camión

"... este creo que se ha muerto y no le han avisado"

un cómico ambulante


A veces uno muere y no se da cuenta. Como el pez fuera del agua, durante un tiempo da sus últimos aleteos, se resiste, pero el oxígeno se acaba y al final solo queda la pestilencia de un ser inanimado, sin futuro, sin vida. Ese pez tarda en notar que la muerte lo ha alcanzado pero es cuestión de tiempo nada más para que las fuerzas lo abandonen, para que su mirada perdida se fije en esos ojos que en algún momento tuvieron la luz de la promesa.

Entonces ese pez muerto no sirve más que para alimentar a otros. Otros sueños, esperanzas, vidas. Proveerá la energía suficiente para que alguien se atreva a no morir tan pronto. Será consumido y los restos botados a la basura para que aún hasta los perros que lo sobreviven puedan correr un día más en el parque o montarse sobre alguna compañera en celo que se los permita. Esa esperanza al menos le queda.

A veces ni eso. Porque puesto sobre la mesa podrá ser rechazado, escupido, abandonado sobre el plato frío y luego, en el tacho de la basura, cumplirá finalmente su destino, el de un ser inservible, desperdicio de polvo cósmico triturado en un moderno camión de la municipalidad de Los Olivos.

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