6/9/14

Mr. Belvedere

Así que un día conoció a alguien y se iba a casar con ella. Mr. Belvedere se enamoró como un cualquiera y esta vez sí fue en serio. Ese último episodio llegó y finalmente Mr. Belvedere se despidió de los Owens para siempre.
Era la mejor media hora del día. Golpe de siete y media, a veces después de Bill Cosby y otras después de Toni Micelli, el mayordomo gordito y de bigote desparramaba ironías y flema británica sobre una pequeña residencia del Jirón Yungay, la cuadra tres.
Me cae que hay mucho trabajo de psicología por hacer. Los Navarrete Owens eran 5. Un hermano mayor al que le seguía una hermana pero por muy poco (ambos ya tenían citas con el sexo opuesto) y mucho después un niño travieso pero tan inteligente como encantador que apareció en cada uno de los 117 episodios de la serie. Y los papás se besaban y bromeaban. Como digo, la psicología, lo que somos, lo que queremos ser, lo que nunca seremos.
Entonces resulta que un mayordomo británico y refinado que antes ha servido a Churchill y Gandhi llega a esta casa yanqui de clase media para hacer el trabajo doméstico y el asunto se presta para 117 situaciones cómicas en las que papá George ve amenazado su status de macho alfa, mamá Marsha es la sensatez, vemos madurar al primogénito Kevin, sonreír a la encantadora Heather y joder al pequeño Wesley. Al final de cada capítulo, Mr. Belvedere se sienta a escribir una página más de su diario y bang!, es el punch final, de vuelta a no ser un Owen. De vuelta al noticiero de las ocho, terrorismo y escasez.

Por eso, esa noche, cuando Wesley abrazó a Mr. Belvedere cabía todavía la esperanza de que no fuera el capítulo 117. Pero el tiempo se agotaba y nada sucedía que detuviera su partida hacia el África con su flamante esposa. Se terminaba y no había nada más que hacer. Nadie lo anunció, fue tan inesperado que nadie lo creía. Pre-Internet, pre-spoilers.

Tantos años más tarde esa canción que iniciaba todo cada noche y que no pude descifrar en aquellos tiempos, ahora se presenta nítida, precisa y las voces ya no pertenecen a algún latino de acento neutro que se gana la vida saltado de serie en serie. Su voz o sea. Ahora son las voces reales de esa familia paralela que solo se dejaba ver durante 30 minutos. El Youtube tiene esas cosas, te suelta de golpe la música que anhelabas estar oyendo durante más de 117 tardes y entonces se sienten cosas arriba del estómago. Una inquietud, una ansiedad. 


Se fue Mr. Belvedere esa noche pero ahora ha vuelto. (todos los capítulos en Youtube)